Música Wave

martes, 10 de abril de 2012

César Ávalos o la redención


Luego de una temporada de sequía escritural encontramos a César Ávalos.
Sentado y enfebrecido.
Escribiendo cuartillas que tal vez nadie entienda; una suerte de diario poético-existencial.
Nos llega también la primicia de la reedición de su libro: Ningún lugar dentro, con prólogo de Gabriel Ruiz Ortega.
Ávalos en este año, promete mucha angustia.
Porque César, está de la vuelta



Xudario /  mi malecón

                                                                           César ávalos

No sé que extraña fuerza y obsesión me devuelve siempre a las calles de Chaclacayo.  Así como al muelle de Cerro Azul. Es como si en esos lugares existieran burbujas de soledad que añoro y se impregnaran salvajemente en las personas y las convirtieran en seres densos, meticulosos, raudos: irreales. Blancos de una soltura y vivencia casi religiosa. Devaneos pienso. Coqueteos con el alcohol. Tal vez busco lo mismo de siempre: litteratura. Por aquí encuentro al autor de “Los perros hambrientos” y por el otro, más allá. Al sur, al de “Órbitas tertulias”. Peliaguda contradicción de seres exóticos. La tierra y el mar, lo popular y lo rebuscado. Qué tendencia lleva a escribir y a vivir en tales sitios.
La casa de CA la tengo ubicada en el centro mismo de mi corazón. Mi cuerpo paternalmente hablando, solo se permite una porción de anticuchos y dos Peroni. Dos sabores fuertes y picantes me despiertan más que un matinal jugo de naranja. El aire que corre en esta especie de muralla o malecón es exquisito. Sentado al frente mismo de Huampaní no puedo dejar de sentirme envuelto por una voluta de tristezza. Que me recoge suave y dulcemente. Los rostros pasan cientos y al parecer he encontrado el lugar adecuado para beber y escribir. Esto puede parecer la orfandad pero no lo es. Es más bien la pasión la que impulsa a escribir. Los rostros me miran raros, extrañados de mi peculiar actitud y por más que quisiera pasar desapercibido todos saben que no soy de aquí. Y ahí viene el lío eterno de la existencia. Estos últimos días han sido patéticos. He sido malo hasta el hartazgo de la soledad. Será porque en todas ellas aparece el flaco Quesada celebrando nuestra particular  semana santa. Hace un año ya de esto. Debe ser. Porque no hay pena sola que no venga sola sino que todo obedece a una secuela de abismos. “Las penas hondas del alma” dicen. Nadie se perdonaría tanta flaqueza, ni tanta tristezza. Hoy lo único útil que he logrado ha sido concertar un encuentro con el Dr. Ch. el médico de cabecera que atendía a CA y que dicen certificó su muerte; así como la de otro connotado militar-presidente. Voy por buen camino. Algo muy interno y muy animal me lo dice. Habrá médicos de poetas? No sé porque me viene esto a la mente y pienso en Luchito Espejo y en largas sesiones con alcots-poets.


Me cruzo con el youngker más extremo y fiero de este barrio, esos que andan con el
 demonio dentro. Me habla de droga y muerte. Lo miro y le sonrío.
-No, paso-
Entonces huyo. Porque a veces es bueno huir.
Me regreso del pecado y busco una lux. Una, aunque sea una sola solita lux.
Quiero ser yo quiero ser libre (Violadores dixit)
Pero en verdad quiero estar lejos. Con la soledad no se puede: o la habitas o te
habita. Dulce / salada: tú escoges.
Haabitas…habbbitas…habitassss???
Decido volver al punto de partida
Las peroni ya sucumbieron, ahora voy por una verde de trigo
-Y cómo le fue-
-bien, digo- es un decir-
Undecir
Unnnddeciiirrrrr
Vuelvo al paraíso. Una Sirov me mira coquetamente y yo cierro los ojos y camino.
 En el corredor encuentro a Malena que me mira de reojo. Miro sus letras
cimbreantes y seductoras.
-No-
Tómate mejor un Artesano o un Astika son superiores a lo que miras. Y yo miro a
RC en su innmmensssa mirada que me traga, envuelta en su celo de fotografía, en su
sueño. Todo por beber.
Salgo.
Me paro al borde de la tienda a mirar el cielo raso del azul encapotado y no
encuentro  más que un cielo negro, poblado de turbias nubes. Un bebedor contiguo
me dice:
-          O llueve o huayco – qué prefiere-
-          Lluvia- le digo
-          De dónde viene-
Otro que se da cuenta que no soy de aquí

“ni soy de allá
no tengo edad ni porvenir
y ser feliz es mi color de identidad”


Estoy a punto de empatarme con estos dos personajes que viven enrejados en sus barrios mentales. Pero eso sería echarme a extrañas conversaciones y vivo yo y mi mp3 saturado de cosas propias:

Tierra / alegría
Océano y muerte
Viento / belleza
Fuego / silencio

Pero la verdad, a estas alturas ya ando picado por la mar brava y sigue la gente pisada en su andar. He regresado a mi malecón. A mi sudario. Ahora miro el borde enfilado de los cerros que enmarañados me ofrecen una curva-turbia visión. Pueblo la tarde.

… Si lloviera me sentiría redimido…

Casi un hombre de felicidad.

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