Poética
Guitarra
de Venas
a dos necesidades
que no son comunes a todos los seres humanos.
La primera, la de
comunicarse con otros;
la segunda el afán
de hacer
algo bello.
(Probablemente no se consigue siempre tales propósitos;
sin embargo ínsito
en creer que ellos resultan
connaturales a
nuestra especie humana).
Por desgracia,
hablando en términos económicos, en el marco del sistema
capitalista, la
poesía es un artículo sin demanda; una suerte de lujo
destinado a “las
grandes minorías”. (Me consuelan algunas mañanas
domingueras de
Moscú donde vi a miles de personas
reunidas en torno
de su fervor curios para escuchar poemas).
Hay, desde luego,
a nivel mundial, quienes cuentan
con masas de
lectores; pero son los menos.
¿A qué factor se
debe esta falta de respuesta al trabajo poético?
Al margen de las
causales sociológicas, mi experiencia me dicta
lo siguiente: la
palabra poética, en aciago momento,
se divorció de la
música
(¡Felices siglos
aquellos en que ambas caminaban unidas por las manos;
ya en religiosos
himnos indianos o bajo incrédulos
pórticos de los
coros griegos!).
Este párrafo
anterior puede explicar, en buena parte, por qué he dedicado
mi último tiempo,
cada día más corto, a escribir canciones
populares.
Mi deseo es
contribuir, en la medida en que me lo permita la guitarra
de mis venas, a un
reconciliamiento, a un nuevo matrimonio
entre la palabra y
la música. (Quisiera tener tiempo para asistir a la boda).
Y termino por
donde principié… quiero comunicarme,
quiero hablar con
mis semejantes; quiero hacer algo bello.
Quiero cantar.
J.G.R
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