Las palabras de por si son metáforas, todas representan a los objetos. Es también el utensilio que nos permite expresar nuestro mundo interior, una forma de auto-descubrimiento, que a su vez va enriqueciendo a nuestra experiencia vital. En ese sentido la literatura y la vida (la vivencia) están fatalmente emparentadas. Martín Adán decía que “la vida no se elige: la vida se padece” efectivamente la vida a veces resulta ser eso: un constante sufrimiento, pero la vida en muchas ocasiones resulta ser una fuente de placer, de gozo y de asombro. Y es precisamente el asombro lo que nos conduce a descubrir experiencias nuevas y vitales, y a forjar nuevos objetos inasibles como la literatura. Y creo que el libro El árbol de Miuler Vásquez reúne todas estas cualidades.
Escribo estas líneas a partir de mi experiencia como lector y para ser sinceros me ha sorprendido mucho la destreza de su prosa muy bien trabajada y cuidada, por momentos hay postales poéticas que le dan otro matiz al libro. En una de las conversas le pregunté si había leído La casa de cartón y me dijo que si corroborando lo que sentí al “hojear” el libro (se percibe también la voz de César Moro). Al principio de da la impresión de ser un monólogo algo desordenado pero con una lectura atenta la esencias del libro aflora como lo que es una gran metáfora de todo, del hombre, de la vida. Me siento muy complacido de saber que en mi calurosa ciudad hay gente que está apostando por lo nuevo, que no se encasilla en los temas regionalistas ni en la poesía elemental. Hay de verdad talento literario en Tarapoto y el libro de Miuler Vásquez así lo demuestra. Solo su empeño y dedicación determinarán su propio camino, su futuro literario. Estoy seguro de que dará mucho que hablar.
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